VÍSPERA
X Violeta Prieto Granada. 21/03/2014.
- No me puedo
quejar, soy dichosa…
- Me apasiona el
trabajo que hago, me entusiasman los seres humanos y esas sus ansias vacías de
aferrarse a la vida.
- Gozo contemplando
sus rostros en ese su minuto final, me deleito con las palabras moribundas y
esos gemidos escatológicos de la expiración.
Siempre me
trastorna la osadía que les caracteriza al desafiarme todos los días, dicen que
están hechos a imagen y semejanza de su creador. Ja ja ja ja, cómo puede caber
tamaña soberbia en seres tan insignificantes.
- Aún recuerdo a
ese joven descarado, Julián, todavía guardo sus pensamientos.
- El viento
peinándole el cuerpo, los hilos veloces de luz urbana, el tronar mecánico del
motor, ese cosquilleo que se le extiende por las extremidades cuando irriga
adrenalina. Ja ja, él jamás podría describirlo como lo hago yo, ese recuerdo
que iba a ser el último, la imagen del excelso Alazán de ébano que ocupaba a su
padre cuando aún en su infancia vivía en la tapera de peones de esa estancia,
ese flash de sus sueños más placenteros en el que el Alazán, al galope, se
confunde repentinamente en una motocicleta. Ja ja, ¡qué pensamientos tan
insulsos, básicos, plúmbeos!
- Hurgaré una vez
más en su memoria…
- Che kane´o che
sy, mi patrón ya sabe de mi deuda, esta mañana llamaron de esa Financiera a la
línea baja de la oficina, che Dios, me fui ningo junto a ello ayer y les dije
que le voy a pagar todito, justo para que no se entere don Rey. Ahora él ya
sabe y se aprovecha, me mandó un rato nomás y ya quiere que vuelva para hacer
el delivery de la noche, he´i, que si no me voy, me va a echar en la calle, no
tiene ko alma ese señor, es la maldá encarnada, ¡che kuerai, mamita!
- Ay, mi hijo,
demasiado te siento, le voy a hablar al capataz para que me dé permiso de irme
junto a vos este domingo mba´e, auque sea para llevarte un poco de manduví y
cecina de la chacra para tu alimento, mi rey, gueno, pe juerza ke, lo que no
mata nos hace más fuertes che memby, y vos sabés bien que nadie muere en la
víspera.
- Carajo, se me
cortó ya otra vez, ndi, comí todo mi saldo. Pe deuda ko che jukata. Para
que piko le presté mi celular a Crecencia, por su culpa ko me vino esa cuenta,
como piko le va a llamar a todos sus parientes a Buenos Aires para pedirles
plata, le dije bien que por ahora allá está muy mal la cosa y que no iba luego
a conseguir nada. Que pio voy a hacer, esta gente me va a matar, mi sueldo
completito ko se va para pagar el celular y la cuota de la moto, tres meses de
atraso, tres meses y ya me quieren quitar el vehículo, y este don Rey
aprovechado.
Julián busca al tanteo
las dos galletas que dejó en la mañana sobre el ropero, esa sería su cena. Hace
ya una semana que Crecencia partió para velar la agonía de su madre en Clínicas
y la casilla estaba desabastecida.
Salió corriendo
bajo la espesa garúa, subió a la moto de un salto, los nervios le enquistaban
la espalda; con un violento gesto arrancó la máquina decidido a procurarse un
regalo, y dando un mordisco al bollo, se dirigió a la autopista cercana.
-
Ahora sí, neike, neike, Alazán...
Encorvó su cuerpo
hacia adelante hasta abrazar el lomo tibio y rugiente de su caballo, cerró los
ojos como siempre, girando al máximo el acelerador… las invocaciones de esa
infancia montaraz y esa sublime sensación de insondable libertad inundaron sus
fervientes venas, ante todas las prisiones que lo agobiaban hacía tanto tiempo.
Ese era su momento de fuga; paradójicamente, el único hilo de ilusión que lo
mantenía vivo.
En la oficina, como
le gustaba llamar a ese seboso y rancio restaurante, ya le aguardaban cinco
encargos y un jefe resoplando improperios; tejió hasta la medianoche esos
derroteros, entre la bruma que se levantaba del asfalto, extenuado, y con
enorme desazón terminó de bajar la cortina de metal del garito… al final de la
noche, don Rey le había negado el préstamo.
Miró por unos
largos segundos a esa su máquina liberadora, le invadió una tristeza que no
había sentido nunca, ni cuando Crecencia había perdido ese hijo; mañana, bien
temprano, le llevarían la nave por falta de pago, se quedaría sin el rocín del
escape, qué sentido tendría ya su vida.
Le sorprendieron
unas lágrimas que rodaron hasta caer sobre el cuero de la montura. Planeó
entonces su propia muerte, así como la había visto en sueños; sería al
galope vertiginoso del Alazán, tocando la estela que en su carrera va
dejando la esquiva libertad.
Lo monta lloroso,
consciente de que será la última, e inicia el ritual… una vez en la autopista
decide que, por ser la despedida, puede darse el lujo de hacer lo imposible y
encarnar completamente su sueño. Acelera a fondo, cierra los ojos y espera
sentir el vértigo de la celeridad; entonces, de un salto se pone de rodillas y
abre los brazos como el Cristo. El flujo de la adrenalina lo anima a ponerse de
pie y en ese momento abre los ojos, puede sentir el estallido de su alma
liberándose y despidiéndose de este mundo.
- Ja ja ja, que
lástima, Julián, no comprendiste nunca tu condición, esas cosas no las decide
una larva, siempre que tú quieras será la víspera, acaso no advertiste que tu
destino es ser cautivo.
Julián despertó
días más tarde. A los pies de la cama, su madrecita; en la de al lado, la
agonizante doña Ana, madre de Crecencia.
No tardó en
percibir que le faltaban ambas piernas y una de las manos, tenía un rosario de
puntos quirúrgicos que le rodeaba la cabeza, pero milagrosamente seguía vivo.
amiga, veo que te llegan mis comentarios.
ResponderEliminarleí de nuevo tu escrito. qué es eso que te atormenta y te duele tanto, por eso lo que escribes, trasmite dolor, "amputación", sangre, violencia?
hay algo en tu interior que quieres dejar salir y no logras sacarlo? hay algo que te impide ver que la vida es maravillosa, que todos los días, puedes dar lo mejor de ti misma? y sobre todo... qué te impides vivir?