abaporu

abaporu

sábado, 26 de abril de 2014

VÍSPERA


 X Violeta Prieto Granada. 21/03/2014.


- No me puedo quejar, soy dichosa…

- Me apasiona el trabajo que hago, me entusiasman los seres humanos y esas sus ansias vacías de aferrarse a la vida.

- Gozo contemplando sus rostros en ese su minuto final, me deleito con las palabras moribundas y esos gemidos escatológicos de la expiración.
Siempre me trastorna la osadía que les caracteriza al desafiarme todos los días, dicen que están hechos a imagen y semejanza de su creador. Ja ja ja ja, cómo puede caber tamaña soberbia en seres tan insignificantes.

- Aún recuerdo a ese joven descarado, Julián, todavía guardo sus pensamientos.

- El viento peinándole el cuerpo, los hilos veloces de luz urbana, el tronar mecánico del motor, ese cosquilleo que se le extiende por las extremidades cuando irriga adrenalina. Ja ja, él jamás podría describirlo como lo hago yo, ese recuerdo que iba a ser el último, la imagen del excelso Alazán de ébano que ocupaba a su padre cuando aún en su infancia vivía en la tapera de peones de esa estancia, ese flash de sus sueños más placenteros en el que el Alazán, al galope, se confunde repentinamente en una motocicleta. Ja ja, ¡qué pensamientos tan insulsos, básicos, plúmbeos!

- Hurgaré una vez más en su memoria…

- Che kane´o che sy, mi patrón ya sabe de mi deuda, esta mañana llamaron de esa Financiera a la línea baja de la oficina, che Dios, me fui ningo junto a ello ayer y les dije que le voy a pagar todito, justo para que no se entere don Rey. Ahora él ya sabe y se aprovecha, me mandó un rato nomás y ya quiere que vuelva para hacer el delivery de la noche, he´i, que si no me voy, me va a echar en la calle, no tiene ko alma ese señor, es la maldá encarnada, ¡che kuerai, mamita!

- Ay, mi hijo, demasiado te siento, le voy a hablar al capataz para que me dé permiso de irme junto a vos este domingo mba´e, auque sea para llevarte un poco de manduví y cecina de la chacra para tu alimento, mi rey, gueno, pe juerza ke, lo que no mata nos hace más fuertes che memby, y vos sabés bien que nadie muere en la víspera.

- Carajo, se me cortó ya otra vez, ndi, comí todo mi saldo. Pe deuda ko che jukata. Para que piko le presté mi celular a Crecencia, por su culpa ko me vino esa cuenta, como piko le va a llamar a todos sus parientes a Buenos Aires para pedirles plata, le dije bien que por ahora allá está muy mal la cosa y que no iba luego a conseguir nada. Que pio voy a hacer, esta gente me va a matar, mi sueldo completito ko se va para pagar el celular y la cuota de la moto, tres meses de atraso, tres meses y ya me quieren quitar el vehículo, y este don Rey aprovechado.

Julián busca al tanteo las dos galletas que dejó en la mañana sobre el ropero, esa sería su cena. Hace ya una semana que Crecencia partió para velar la agonía de su madre en Clínicas y la casilla estaba desabastecida.

Salió corriendo bajo la espesa garúa, subió a la moto de un salto, los nervios le enquistaban la espalda; con un violento gesto arrancó la máquina decidido a procurarse un regalo, y dando un mordisco al bollo, se dirigió a la autopista cercana.

-   Ahora sí, neike, neike, Alazán... 

Encorvó su cuerpo hacia adelante hasta abrazar el lomo tibio y rugiente de su caballo, cerró los ojos como siempre, girando al máximo el acelerador… las invocaciones de esa infancia montaraz y esa sublime sensación de insondable libertad inundaron sus fervientes venas, ante todas las prisiones que lo agobiaban hacía tanto tiempo. Ese era su momento de fuga; paradójicamente, el único hilo de ilusión que lo mantenía vivo.

En la oficina, como le gustaba llamar a ese seboso y rancio restaurante, ya le aguardaban cinco encargos y un jefe resoplando improperios; tejió hasta la medianoche esos derroteros, entre la bruma que se levantaba del asfalto, extenuado, y con enorme desazón terminó de bajar la cortina de metal del garito… al final de la noche, don Rey le había negado el préstamo.

Miró por unos largos segundos a esa su máquina liberadora, le invadió una tristeza que no había sentido nunca, ni cuando Crecencia había perdido ese hijo; mañana, bien temprano, le llevarían la nave por falta de pago, se quedaría sin el rocín del escape, qué sentido tendría ya su vida.

Le sorprendieron unas lágrimas que rodaron hasta caer sobre el cuero de la montura. Planeó entonces su propia muerte, así como la había visto  en sueños; sería al galope vertiginoso del Alazán, tocando la  estela que en su carrera va dejando la esquiva libertad.

Lo monta lloroso, consciente de que será la última, e inicia el ritual… una vez en la autopista decide que, por ser la despedida, puede darse el lujo de hacer lo imposible y encarnar completamente su sueño. Acelera a fondo, cierra los ojos y espera sentir el vértigo de la celeridad; entonces, de un salto se pone de rodillas y abre los brazos como el Cristo. El flujo de la adrenalina lo anima a ponerse de pie y en ese momento abre los ojos, puede sentir el estallido de su alma liberándose y despidiéndose de este mundo.

- Ja ja ja, que lástima, Julián, no comprendiste nunca tu condición, esas cosas no las decide una larva, siempre que tú quieras será la víspera, acaso no advertiste que tu destino es ser cautivo.

Julián despertó días más tarde. A los pies de la cama, su madrecita; en la de al lado, la agonizante doña Ana, madre de Crecencia.

No tardó en percibir que le faltaban ambas piernas y una de las manos, tenía un rosario de puntos quirúrgicos que le rodeaba la cabeza, pero milagrosamente seguía vivo.

sábado, 29 de marzo de 2014